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domingo, 8 de enero de 2012

Hijos de la lluvia

      Es una aburrida noche de domingo. Miro la televisión, medio adormilado. No sé qué hora es y ni siquiera me apetece saberlo. De repente, una voz conocida me sobresalta:

- ¡ A cenar!

      Despierto del letargo. Cuando me siento en la mesa, la CNN informa de un suceso ocurrido hoy:

- “(...) las lluvias torrenciales caídas en Tailandia producen un derrumbamiento en una escuela. La única superviviente, una niña de 9 años”.
      Me asombro. Pero al cabo de unos minutos, el locutor de la CNN continúa:
- “(...) algo muy parecido ha ocurrido en Honduras. El huracán Marc deja un balance de 130 muertos en una aldea. El único superviviente ha sido Héctor, un jovenzuelo de 11 años”.
      Me estremezco. La CNN sigue informando:
- “(…) y en Mozambique, la inminente crecida del río Zambeze se lleva por delante a un grupo de trabajadores. La única superviviente, una huérfana de 12 años.”
      Me siento raro. Noto un incómodo malestar en el estómago y decido asomarme a la ventana. Llueve a cántaros. Inesperadamente se va la luz y no consigo escuchar el final de la noticia sobre otro niño superviviente. Lleno de inquietud, abro la ventana y miro hacia abajo. Juraría haber visto... no, es imposible. Una extraña sensación me conquista el cuerpo, como si alguien estuviese en peligro. Decido bajar a la calle sin decir nada a mis padres, entretenidos en otros quehaceres. Acercándome ya al último descansillo, mi corazón se acelera, ¡Dios mío! La fuerza de una riada arrasa mi calle. En medio de ella se encuentra un joven de unos 13 años paralizado, aterrado, y me mira con una cara desconcertante. La riada no lo arrastra. Sin pensármelo dos veces, salgo a rescatarle. ¡En qué estaba yo pensando! Soy vorazmente arrastrado por el agua. El aluvión me produce serias magulladuras. Antes de perder el conocimiento, recuerdo las noticias y deduzco, ahora sí, quién era aquel niño. Otro niño superviviente.

      Cuando consigo abrir los ojos, sólo alcanzo a ver un paisaje desolador y agua, mucho agua.

      Pero yo no me hundo. Estoy perdido y desorientado en medio de la riada.

      Alguien vendrá a buscarme.


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