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jueves, 26 de julio de 2012

Made in Chile #2: Valparaíso


Llegar a la estación de autobuses de Valparaíso (a unas dos horas de Santiago, siendo posible viajar por 1,5 euros), caminar los primeros metros por la calle Pedro Montt y deleitarse con la excéntrica belleza de la ciudad van unidos. Es conveniente saber que no es una ciudad a la que ir para relajarse. El tránsito de personas y vehículos, así como el consiguiente bullicio, son constantes en el centro. Y tampoco está de más saber que es una urbe donde los robos se dan con frecuencia, pero esto no puede suponer un freno para seguir caminando hacia el Cerro Concepción, el más famoso de la ciudad.

Son precisamente los cerros, y más concretamente la masiva, caótica pero hermosa ocupación de los mismos lo que le da identidad propia a Valparaíso. Cuando uno dirige la vista hacia los cerros (el centro de la ciudad está rodeado por varios de ellos), se tiene la sensación de estar observando una suerte de mosaico multicolor. Desde el nivel del mar hasta la cima de los cerros, miles de casas de todos los colores se agolpan haciendo que uno se acuerde de lo desdichado que puede llegar a suponer ser cartero en una ciudad así. 

Como comentaba antes, entre todos los cerros, es el Concepción el que se lleva la mejor fama. Restaurado y adaptado al turismo, a este cerro se accede caminando, en bus o en trolebús siguiendo la antes mencionada calle Pedro Montt. Es en esta calle donde, por un económico precio, se puede disfrutar de uno de los platos típicos chilenos, la chorrillana: un plato de patatas fritas en el que se mezclan huevos, cebolla y distintos tipos de carne. Estando ya a los pies del cerro, se puede subir andando o utilizando un antiquísimo funicular por $300 (0,50 euros). Lo que los ojos pueden llegar a ver allí arriba es prácticamente superior a cualquier intento de transcribirlo, por lo que he decidido prescindir de las palabras y que sean las fotos las que intenten acercar un poco de dicha singular belleza. 

Aunque en un principio llame la atención (incluso para mal), hay que asumir que los cables del tendido eléctrico van a aparecer en casi todas las fotos que decidamos tomar. Sin embargo, es posible darse cuenta de que semejante maraña de cables no estropean las vistas, sino que llegan incluso a darle un toque personal que solo consigue ser positivo en Valparaíso. Y al igual que en otras ciudades como en la misma Santiago, los perros callejeros son un elemento más del paisaje. Casi todos suelen estar tumbados dormitando, pero sabed de antemano que si hacéis caso a uno de ellos, os acompañarán a cualquier parte. Para acabar bien el paseo por el cerro, una buena sugerencia es tomarse un café en una de las varias cafeterías situadas en Concepción, un lugar difícilmente igualable. 


Valparaíso, desde el Cerro Concepción


Calle en Cerro Concepción


Iglesia luterana en el Cerro Concepción

Fuente: elaboración propia

lunes, 23 de julio de 2012

Made in Chile #1: Santiago


Uno sabe que le quedan pocos minutos para aterrizar en Santiago de Chile cuando sobrevuela una de las cordilleras más impresionantes y majestuosas del mundo: los Andes. De repente, las altísimas cumbres dan paso a una llanura (conocida como la Depresión Central) donde se extiende una de las ciudades más extensas y pobladas de América del Sur: Santiago de Chile.

Se ve, desde un primer momento, que Santiago es una ciudad de grandes contrastes. Partiendo en coche desde el aeropuerto Arturo Merino Benitez (situado al oeste) hacia el oriente siguiendo la Costanera Norte (uno de los ejes principales de la metrópolis), estos contrastes son fácilmente visibles. Otra característica de la capital de Chile es que está dividida en numerosas comunas, cada una de las cuales con su respectivo ayuntamiento, pero formando todas ellas la ciudad de Santiago. Las comunas situadas al oeste y sur de la ciudad son las más humildes, y son a su vez sumamente extensas y pobladas. En el caso de la Costanera Norte, siguiendo hacia el oriente, el siguiente paisaje cambia progresivamente, pero abruptamente a su vez, ya que al fondo empiezan a verse los altos edificios del World Trade Center, una burbuja de negocios y modernidad que coronan las comunas de Providencia y Las Condes. Siguiendo adelante, dan la bienvenida los más acomodados barrios del oriente, tales como Vitacura, Las Condes y La Reina.

Teniendo en cuenta que es pleno invierno, la ciudad ofrece el colorido propio de esta estación del año, es decir, más bien nada. Pero son varias los parques y cerros distribuidos por toda la urbe, por lo que la primavera no tardará en teñirla de verde. Eso sí, para alguien que viene de Vitoria, el invierno santiaguino es mucho más llevadero, ya que aunque amanece con frío y puede llegar a helar, las temperaturas diurnas son más que agradables.

De momento, solo saco una única conclusión negativa de estos tres primeros días aquí: el smog, esto es, la capa de polución que cubre la ciudad y que, desgraciadamente, no deja ver con claridad la belleza que supone tener la cordillera de los Andes de telón de fondo. Con un poco de suerte lloverá pronto, el aire se limpiará y podré disfrutar de estos maravillosos paisajes. Pero dejando a un lado la contaminación, Santiago tiene tanto que ofrecer que estoy deseando que amanezca un nuevo día para salir y seguir visitando lugares. Tendréis noticias de ellos.


La cordillera de los Andes, desde el avión
Fuente: elaboración propia