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viernes, 4 de marzo de 2011

Luz

LUZ




Creí que el tiempo mataría
los caprichos de un reciente pasado.
Que el monótono andar de las agujas
me convencería de lo que no fue.
No apostaba por tan afilados recuerdos,
no me había preparado
para el gusto perpetuo en mi boca.


La eternidad de los sueños,
la somnolencia de mis sentidos,
embriagados ante la intensidad de lo abstracto.


Fuiste apenas un espejismo
al principio,
entre tanto ruido y expectación.
No había lugar en ti para esferas de caramelo.

Dueño meticuloso de sus ojos azules.

Que devolvías tímidas sonrisas
por pasearte entre lo desconocido.


Sonrisa del día siguiente,
la mía,
en mí permaneció su dibujo
cuando con ese abrazo
respondiste a mi saludo, frío de palabras.


Hablaste de ti, yo de mí,
pensando en ti, lejos tú.

Pero tu aroma en mis labios.

Crepúsculo de aguas doradas,
escenario de lo que sólo en mí pudo ser.
Verdes colinas de hierba salvaje,
a sus pies sentados cantaba el río,
cantó tu voz,
como nunca la había oído.




Y no sé aún por qué,
pero decidí no hacerlo.
Nunca me lo habría perdonado,
lo tejí por eso con hilo de seda,
remando en el océano flotante.


Ya sonreía antes de acercarte
y regalarme ese otro abrazo.
Advertiste en mi espejo del alma
el contorno de un dibujo,
grabado a fuego lento,
que tú y sólo tú pudiste haber pincelado.


Ya sonreía,
porque me tocaba a mí.


Tú, yo y las horas.
Tú y yo después, cuando dejaron de tener sentido.
Miraba para hojear el mundo a nuestro alrededor,
veía para comprender que nada quedaba
excepto nosotros.


Cuando con esa ternura me preguntabas
si todo iba bien,
no podía así otra cosa imaginar.


Si te presentaste en el umbral
precedido por tu belleza,
¿cómo quieres que deje de trazar mis anhelos?


No esconde tu rostro
secretos en mis sueños.
Con ojos cerrados sabría decir
dónde empieza y acaba la causa de este revoloteo.

Te lo quiero contar.

Sin hablar.

Quiero que mis labios acaricien tu vida.


                                                                       Despacio.


Que me sorprenda el amanecer observándote,
recordándote.
Y ver mi mirada en la tuya,
vislumbrar la felicidad reflejada,
dejar que el sueño y los segundos
nos cierren los ojos a la vez.


Al tiempo pido respeto hacia mi momento,
frenar el desfile de luces
mientras me dejas llorar ante tu alma.


¿Secarás estas lágrimas con caricias?
Deja que te muestre el mundo
desde este lado de la ventana.


Entiendo de besos menos
que de palabras.
Por eso quiero hoy entenderte sin ninguna,
y dejar que el sentimiento
guíe a tientas el atrevimiento de mis labios

                                               sobre los tuyos,

componiendo la melodía interna
que viento y cuerda jamás podrán interpretar.


                                                                       Despacio.


No ahuyento tiempo regalado
que aleje miradas indiscretas.
No te esfuerces en explicarme
el sabor de la luna bañando tu cuerpo.

Es más de lo que quiero probar.

No cierres la cortina,
deja que entre la oscuridad.

Sin miedo a nada,
me queda tu luz para soñar.



2 comentarios:

  1. Joe, gure Jon, que poema. Toda una obra de arte. Quizá alguna rima le habría dado un poco de dinamismo al poema, pero por lo demás esta muy bien. Sigue así, mi futuro escritor de best-sellers!!!

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  2. ¡¡¡Gracias!!! Es cierto que alguna rima no le habría ido mal, pero es algo que escribí según salía, prácticamente sin retocar y sin fijarme demasiado en rimas y cosas por el estilo. Me gusta ese tipo de poesía libre :)

    Best-sellers? Vayamos poco a poco... :)

    ResponderEliminar